Los Mundos de Coraline: Coralicia

Se ve a la legua que “Los Mundos de Coraline” no son aptos para niños, una vez más entramos en la confusión de relacionar animado con infantil. Puede que la estética de plastilina nos incline a pensar en ella como algo inocente pero la realidad es que es la nueva “Alicia en el País de las Maravillas” con todos los ingredientes remezclados.

Tenemos al gato: es negro, y al entrar en el mundo maravilloso de detrás de la puerta pequeñita puede hablar, y por si aún nos quedaba alguna duda tiene un camuflaje tras los árboles parecido a su homologo en Alicia. En Coraline, la madrastra no es madrastra, es la “Otra Madre” malvada y aunque haya una puerta, el mundo onírico tiene mucho que ver con las entradas y salidas de nuestra “Coralicia”. ¿Y cuánta gente se libró en su infancia de tener un trauma con “Alicia”?

Pero detrás de este cuento para no-niños encontramos un nuevo tema camuflado, el descontento con las expectativas, la falta de tiempo para disfrutar y la posibilidad o imposibilidad de compaginar el ámbito laboral con el familiar. En el fondo es una amenaza para padres ocupados y una advertencia para niños y adultos insatisfechos: buscar un mundo mejor puede llevarte a toparte con un mundo peor, es mucho mejor abrazar la realidad de un modo conformista y esperar a que todo cambie por sí solo. Tener los pies sobre la tierra es mucho más seguro.

Todo esto no quita que la historia esté bien hilada, estéticamente bien construida y trasmita siniestralidad por todos los píxeles de la pantalla. Los personajes asquerosos son repugnantes desde el principio al final y los que son entrañables también lo son con esmero.

El gran riesgo es la comparación con Tim Burton y arrastrando el lastre de “Pesadilla antes de Navidad” no queda otro remedio. Pero sin duda, es de lo mejorcito que hay ahora mismo en la cartelera.